dijous, d’octubre 14, 2010

White Vs Black Angels

Benvinguts un altre cop a Olor a gespa humida!
Ho sento molt per no haver actualitzat el bloc des de fa molt temps, però es que l'ha feina amb les practiques de mestra m'ho esta engollint tot! Doncs, aquí us deixo un tros d'una historia que vam començar a escriure jo i un molt bon amic meu. Espero que us agradi!

De repente, Nathan abrió los ojos y se encontró atado de pies y manos en una camilla, en el centro de una habitación muy grande y fría.
La sala era redonda, como las que había visto en un cuadro en clase de pintura, una sala donde se veía que se practicaba una autopsia. Solo que esta era bastante más moderna. Las paredes eran altas, y blancas, y los asientos se encontraban bastante arriba.
Se encendieron las luces situadas en el centro del techo. Nathan vio aparecer una mujer vestida con una bata blanca hasta las rodillas. No la podía reconocer por el cambio de luminosidad que había sufrido. Tenía unas gafas rectangulares de pasta blancas, el pelo corto i gris, pero se la veía joven i con salud.
¿Dónde está mi hermano? – al no recibir contestación exclamo – ¡Quiero ir con mi hermano! ¡Ahora! ¡Llévame con él! – gritaba con fuerza Nathan.
Sabemos quién eres – se hizo silencio i después de un rato - ¡Vamos confesa-lo mensajero infernal!
¿Qué diantres estás diciendo? ¡Soy Nathan! ¡El hermano de Ian! ¡Estamos tutorizados por el director! – al mencionar el director se le ocurrió una idea – Cuando salga de aquí iré al director y… - no pudo terminar la frase que la mujer le interrumpió.
El director, ¿qué? ¡El director es el supremo y no te ayudará! Al contrario té devolverá de donde provienes.
Nathan se quedo paralizado por un momento por qué no creía que esa mujer dijera la verdad. El director siempre les había ayudado, a él y a su hermano, no permitiría que se les hiciera daño.
¡No es verdad! ¡Mientes!
Anda… ¡Confiesa! ¡Mensajero infernal!
¡Yo no soy ningún mensajero infernal! Quiero irme de aquí. ¡Déjame! ¡Suéltame! – gritó Nathan cuando le empezaron a caer las primeras lágrimas.
Bah! Ya me he cansado, si no quieres confesar por las buenas, lo harás por las malas.
La mujer fue a un lado de la sala donde había un carrito con diversos artilugios puntiagudos. Cogió el que se parecía más a un puñal. Fue andando despacio hacia Nathan recitando una canción, que en un principio no se podía apreciar la letra, pero cuando ya tenía la empuñadura en alto se la sentía gritar. La mujer estaba llena de adrenalina y los ojos se le salían de las orbitas. Cuando estaba casi terminando de recitarla, gritó:
¡YO TE DESTRUYO, MENSAJERO INFERNAL!
Estaba ya bajando el puñal, cuando una oscuridad envolvió al chico, se rompieron las ataduras que lo inmovilizaban y le salieron esas alas negras como el carbón. Nathan voló hacia lo más alto de la sala.
¡Aja! ¡Lo sabia! – dijo la mujer más excitada aún.
A Nathan se le habían cambiado las ropas, llevaba unos pantalones cortos, negros y todos despedazados, además su camiseta inicial había desaparecido y tenía el pectoral desnudo. Los ojos se le había vuelto completamente blancos al igual que en la ducha. Entonces Nathan empezó a cantar del mismo modo que lo había hecho la mujer pero con la voz más gruesa. Esta se quito la bata i se le descubrieron sus enormes alas blancas, comparadas con las de Nathan.

La mujer se propulso dirigiéndose hacia él, batiendo sus enormes alas y con el puñal en mano. Cuando se produjo el golpe una oscuridad se expandió por toda la sala i hizo apagar las luces. Se podían ver distintos puntos de luz cuando los dos combatientes luchaban pero en un momento se escucho un grito, que podía matar hasta las moscas más grandes del susto.
En volverse a hacer la luz, se vio a Nathan de pie en el suelo sin las alas y con una pluma blanca en los labios, con la bata de la mujer en una mano y el puñal en el suelo. En quitarse la pluma se cayó inconsciente en el suelo i se oyó abrir la puerta. Era Lenea.
Si es molt llarg, però ha valgut la pena?

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